Espejo
Mírate en ese espejo. No dejes que se rompa. No grites, nadie te escucha.
Tu mirada es de hielo, un oasis en medio de la nada, ves como esa profundidad no te lleva a ningún sitio. De nuevo, solo al comienzo. Otra vez mas.
Tus pupilas son dos puntos negros, una figura en un fondo del mismo color. Monocromo. No más dolor, no mas seguir vivo para no vivir.
Deja de caminar, no vas a ningún sitio. Deja de llorar, te puedes ahogar. No importa lo que hagas, lo que no hagas. No vas a salir de esa espiral de cuchillas. De este infierno con nombre de planeta.
Ves la luz. No ves la luz. Callas, pero hablas. En una ausencia, respiras, mientras el color del aire se hace sitio en tus violentos pulmones, cansados de ser el hogar de tanto humo.
No dejas de preguntarte cosas cuya respuesta poco importa. Nadie te da esperanzas, no las hay. No escuchas a nadie, porque nadie habla. Estas a cada paso que das más cerca del vacío, donde no hay astros ni pálpitos. Donde no reinan los ojos, donde no hay donde sentarse.
Pero, pero no hay pero.
Sufres, nadie dijo que fuera a ser fácil. Aprietas el botón, conoces la respuesta, aun así lo aprietas. Una bofetada de ficción de despierta a la vez que la realidad te desea lo mejor.
Sigues llorando, a nadie le importan tus lágrimas, porque no existen en el mundo que te rodea. Sigues con el dedo los vectores de tu hielo, las líneas de esos puntos negros. Van a donde nadie los puede rescatar, a un lugar donde no llega tu pulso.
Sientes la rabia, por vez primera algo que te hace respirar dos veces donde hubiera bastado con una. Sientes como te empieza a quemar algo a lo largo de tus venas. Notas el sabor de la ira en la boca, el amargo olor de la vida.
Rompes, el espejo, el hielo y el negro. Rompes los lugares, la luz, la voz y los astros. Haces pedazos las lagrimas, la ficción, el pulso y, con el, tu corazón.
No habrá más ausencias, no mas preguntas.