Luz
¿Qué pasa cuando apagas la luz? Voy caminando por el oscuro sendero de la vida, escudriñando entre las sombras de mis pasos todo cuanto pueda apreciar.
Despacio, poco a poco, voy abriendo las manos. Quiero agarrar esa figura sin fondo, ese fondo sin figura que tengo delante de mí. No tiene nombre, no tiene razón. No tiene motivo.
Entre la luz y la oscuridad solo hay un momento.
Si el sol brilla, quizás me quede ciego. Veré lo que no quiero ver, todo será claro y tan real como desasosegante.
Si la luna esta en su trono, tal vez no vea nada. Me sentaré a esperar a que las sensaciones recorran mi espina dorsal.
Con los ojos vendados soy capaz de ver más allá. Puedo tenerlo todo. Puedo sentir los colores, intuir las estrellas a través de miles de ojos.
No queda mas camino por andar, no solo. No más lágrimas amargas, no más emociones destrozadas. Hay cientos de constelaciones ahí arriba, ahora las veo.
Ahora veo lo que no podía ni siquiera imaginar. Una vida por delante, una señal inequívoca, varias notas musicales, un ardor por dentro.
Noto como se agolpan en mi corazón. Puedo sentirlo. Pasan las horas, y mis sueños no se desvanecen. Abro los ojos, y todo sigue como cuando los tenía cerrados, perfectamente onírico, imposible, bello.
No. Ya no me hace falta la luz, tengo cosas que brillan más. Seguiré bailando ante la oscuridad, entre miles de formas enamoradas del viento, junto a mis estrellas, dentro de mis sueños, a través de un mundo que esta vez si gira.
Bajo la persiana de la ambición, me recuesto sobre un lecho de paz, y cierro los ojos.
Pocas palabras bastan.
Tengo la luz apagada, y no la quiero encender. No mientras no necesite el sol.
Creo que nunca lo voy a necesitar.